Los
fenómenos fotosensibles pueden manifestarse tanto local como sistémicamente. Se
observan lesiones cutáneas de zonas despigmentadas, salivación, párpados y
ollares secos, prurito, hipersensibilidad cutánea, diarrea e ictericia. En
equinos, la intoxicación se manifiesta con cólicos, trastornos nerviosos,
además de las alteraciones cutáneas (Mantilla,
1990)
La piel esta inflamada, con
eritema, descamación, desfoliación, edema, necrosis, gangrena y la piel se
encuentra desprendida, restringido a las zonas no pigmentadas o poco
pigmentadas expuestas al sol, siendo más pronunciadas en el dorso, en las
mucosas y en la córnea, las porciones pigmentadas de la piel son poco afectadas
ya que absorben poca luz solar, también puede existir dolor, fotofobia,
hipertermia, irritación, prurito, fiebre, mastitis o pododermatitis,
complicadas con infecciones bacterianas secundarias. Todo lo anterior puede
producir disminución en la producción de leche, cojeras y diarreas (Cano, 2003).
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